top of page
Buscar

Mi Encuentro Conmigo

  • 12 mar 2024
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 20 mar 2024

No lo sabía en ese momento, pero desde pequeña había desarrollado esta gran capacidad para leer a las personas e identificar sus necesidades, antes, incluso de que ellas mismas las supieran. En mis relaciones personales, amistades e interacciones sociales mi zona de confort era servir a los demás. Me la pasaba haciendo favores, prestando dinero, escuchando y aconsejando y también justificando a otros cuando sus decisiones me habían herido. Estaba condicionada a enfocar toda mi atención y mi intención en comprender a alguien más, y jamás pensé que podía (y muchos menos debía) hacerlo conmigo misma. Eso sería, quizás, responsabilidad de otra persona, pero no mía. Si algo había aprendido en la vida es que “jamás querría ser alguien egoísta”. Y así viví, dando y dando y dando, en muchas ocasiones desde un lugar genuino pero en muchas otras desde una obligación social y muy a costa mía. Hasta que un buen día me encontré resentida. Con mi trabajo, con el sistema, con mi pareja, con la vida. ¿Por qué si yo doy tanto nadie me da de regreso? ¡Qué injusto! Estaba haciendo y siendo todo lo que todos querían y en el fondo resentida porque nadie me daba a mí. Y consumida en entregarme a todo y a todos, me agoté.  Renuncié, me lo cuestioné todo y llegó un día en el que decidí hacer el experimento de enfocar ahora toda mi atención y mi intención en mí. “Sí, voy a ser egoísta, y qué?!” Poco a poco me daba cuenta que estando con otras personas no lograba escuchar MI voz por escuchar la los demás. Era casi compulsivo. Así que opté por algo un poco más extremo: Me fui. Me recluí. A vivir solo conmigo, con mis pensamientos, mis ideas, mis necesidades, mis preguntas y mis respuestas. Me fui al lugar que llevaba años pidiéndole a mi novio que me llevara. Dejé de esperar a que él lo hiciera y yo misma me llevé. Renté un airbnb en Valle de Bravo y por 2 meses me quedé a vivir ahí, a solas, conmigo. Y entonces … ¡algo muy mágico sucedió! Me dí tiempo para todo lo que era importante para mí: Platicar conmigo, escribir, hacer ejercicio, comer sano, bailar, reflexionar, elegir las cosas según MI necesidad y no distraerme por estar atendiendo a alguien más. Dejarme ser a mis anchas y ¡permitirme soñar con mi vida ideal! Fueron también 2 meses de enfrentarme a mis verdades. Esas que no me atrevía a decir a nadie: Que no quería la relación que tenía. Que yo deseaba una vida distinta. Que la dinámica de vivir con mis papás ya no me funcionaba. Que estaba aterrada de que todo cambiara,  pero sin duda, que lo necesitaba. 

Por primera vez, me di a mí lo que llevaba toda una vida dándole a los demás. Y por primera vez entendí que esto no tenía que ser una lucha entre "los demás o yo". Sino que existía una vida en la que TODOS cupiéramos, y eso me incluía a mi también. Eso, me incluía a mi primero.


Me voltee a ver. Me volví a encontrar. Un mundo enorme se abrió ante mis ojos.


Era Mi mundo. Y era hermoso.


Recuerdo llorar de felicidad por estar ahí, y de tristeza por saber que pronto debía volver.


Pero me hice una promesa: que no volvería siendo la misma. Que era momento de cambiar varias cosas, pero lo haría con mucha paciencia, con mucho amor y sí, con mucha valentía. Y que regresaría a Valle para quedarme.


Ahí comenzaron todos los cambios, y la creación de esta vida que hoy me siento profundamente agradecida de vivir. Ese proceso te lo compartiré en otra entrada de este blog. Por ahora, solo te dejo esta reflexión, que siempre me recuerda lo importante de regresar a mi: 



Tú eres tu más grande proyecto. Tómate tu tiempo. Crea Magia.


Esta foto la tomé el día que llegué a este viaje a solas conmigo.

 
 
 

Comentarios


bottom of page